La Catedral de Lima: una visita obligada

La Catedral de Lima: una visita obligada

Erigiéndose de forma imponente junto al Palacio Arzobispal en la Plaza Mayor, la Catedral de Lima es el principal reclamo para visitantes de la capital peruana. Patrimonio de la Humanidad de 1911, su interior guarda la cripta con los restos del conquistador Francisco de Pizarro, cuya peculiar historia sorprende a propios y extraños.

De iglesita a Patrimonio de la Humanidad

La Plaza Mayor de Lima es lugar de encuentro común tanto para turistas y locales. Independientemente del lugar de llegada, la gente suele situarse alrededor de su pileta central y contemplar su viveza. Ésta confluye en armonía con las palmeras y los edificios coloniales color amarillo gualda que la rodean. Sin embargo, existe un edificio que destaca por su notoriedad: la Catedral de Lima.

Situada en un extremo de la plaza, colindando con el Palacio Arzobispal, la Catedral de la otrora ‘Ciudad de los Reyes’ destaca por su longevidad. Su construcción coincidió con la fundación de la ciudad en 1535, siendo el mismísimo Francisco de Pizarro quien colocó su primera piedra. Sus propios restos descansan en su interior, tienen una insólita historia detrás. Pero no adelantemos acontecimientos, pues eso vendrá más adelante.

En sus inicios no fue más que una sencilla iglesia que sirviese de lugar de culto a los primeros colonos. Se construyó sobre el adoratorio del Puma Inti y del Palacio de ‘Sinchi Puma’, un príncipe inca. La obra primigenia finalizó en 1538, siendo inaugurada dos años después.

Apenas un año después, la decisión del Papa Paulo III de elevarla al rango de catedral implicó las primeras reformas; se buscó aumentar su elegancia y distinción, acorde con su nuevo estatus. Finalizó en 1552, siendo la primera de las incontables renovaciones que ha venido experimentando desde entonces.

A pesar de estos cambios, la flamante catedral seguía contando con unas dimensiones bastante modestas. Y si algo ha caracterizado a la arquitectura católica -ya desde el medievo- es la fastuosidad. Así, el Arzobispo de Lima se decidió en 1564 por un nuevo diseño más lujoso que compitiera con las catedrales más ostentosas de la metrópoli. Monseñor lo consiguió definiéndola en una planta grande con tres enormes naves y dos vistosas capillas a los lados, todo ello en estilo renacentista.

La Catedral mantuvo las dimensiones, pero ni mucho menos la forma. No se ha de olvidar la zona del planeta donde se encuentra, incrustada en medio de dos placas tectónicas. Acá donde los movimientos sísmicos son constantes, ocurre que ocasionalmente hay terremotos de gran magnitud; así fue en 1609, 1697, 1746 y 1940.

Además, las contingencias de un siglo XIX, marcado por las luchas de independencia, desatendió su mantenimiento. De este modo, las reparaciones y reconstrucciones han sido constantes.

Como obra final, la Catedral de Lima no solo ha sido reconocida como la Iglesia Mayor del Perú, sino que fue reconocida como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1991, como parte del centro histórico de Lima.

Una amalgama de estilos

Si se pregunta a los eruditos acerca del estilo de la Catedral de Lima, probablemente las respuestas sean variadas o inconclusas. En concordancia con sus constantes renovaciones, la edificación aúna elementos de distintas corrientes.

El acceso tiene lugar a través de la majestuosa Puerta Principal, hecha en madera y custodiada por las estatuas de los Apóstoles y el Sagrado Corazón de Jesús. Se sitúa en la fachada frontal, la cual tiene tonos oscuros con un evidente estilo renacentista.

Precisamente el cambio súbito de color permite, incluso a los ojos más inexpertos, apreciar la diferencia de estilos. Levantando la vista, se puede comprobar que las dos torres del campanario muestran un tono crema. Estas fueron finalizadas en 1797 e inspiradas por el neoclasicismo de la época. Una vez dentro y sin bajar la mirada, se observará como el techo está levantado sobre unas bóvedas de estilo gótico. Una alegre mezcolanza, no apta para ortodoxos.

La vasta nave central se extiende hasta el Altar Mayor, una obra en estilo neoclásico del sacerdote y arquitecto decimonónico Matías Maestro. A su alrededor, la solemne Sillería Coral. Se trata de una obra conservada de forma impoluta, donde se pueden reconocer figuras de distintas personalidades devotas tales como apóstoles, doctores o papas.

Por si fuera poco, debajo del Altar Mayor se encuentra la Cripta de los Arzobispos, lugar de descanso eterno de los restos de los ministros de Dios de la ciudad. Desde Jerónimo de Loayza a Augusto Vargas Alzamora; ninguno falta a la invitación.

La distribución de la Catedral se proyectó con dos naves escoltando esta principal. A mano izquierda desde la entrada, se despliegan un total de 7 capillas a lo largo de la nave. Al final, un pasaje que conecta con la Sacristía, la Sala Capitular, la Sala Brazzini y la Sala Schröeder.

La primera, que impresiona por la magnitud de su cajonería, cuenta con unas espléndidas pinturas muy significativas: se trata de la vida y obra de Santa Rosa de Lima, la patrona de la ciudad. Por su parte, en la Sala Capitular se coleccionan todos los medallones, vestiduras y ornamentos de los arzobispos limeños. Y no solo de arzobispos, sino también de Juan Pablo II. Él fue quien regaló unos versos sagrados en una de sus dos visitas durante su papado.

En el lado contrario, se dispone la nave derecha. Regresando desde el altar el visitante disfrutará de hasta 8 capillas. Y es en la última (o primera desde la entrada) donde encontrará uno de los elementos estrella de la Catedral: la cripta con los restos de Pizarro.

Los restos de Pizarro: una historia de confusiones

Francisco Pizarro fue brutalmente asesinado en 1541 por las tropas de su antiguo colaborador Diego de Almagro. Su abrupto final hizo que su cuerpo no recibiera cristiana sepultura como a otros de sus coetáneos.  Finalmente, sus supuestos restos fueron trasladados a la capilla principal de la Catedral.

Coincidiendo con el 350 aniversario de su muerte, los investigadores hallaron en ese lugar un esqueleto momificado, asignándole automáticamente la identidad del conquistador extremeño. Fue expuesto en una suerte de urna de cristal.

Sin embargo, las sempiternas renovaciones de la Catedral fueron el origen de una nueva sorpresa. En el año 1977, mientras varias personas excavaban en el marco de unas obras de restauración, apareció una misteriosa caja de plomo.

Sobre ella la siguiente inscripción: “Aquí está la cabeza del señor Marques Don Francisco Pizarro, que descubrió y ganó los Reinos del Perú y se puso en la Real Corona de Castilla”. Los expertos no podían creerlo.

Las subsiguientes pruebas arqueológicas consiguieron dos cosas: primero, determinar que los restos de la primera urna no correspondían a un varón de la época de Pizarro; por otro lado, confirmaron que los restos de la caja encontrada sí respondían a un hombre del siglo XVII, si bien es difícil asegurar que se trataba de los restos de Pizarro, con plena certeza.

De cualquier modo, estos fueron los que se introdujeron en el sarcófago, que corona la primera capilla de la nave derecha.

Como dato de interés, en esa misma nave se encuentra la tumba de Nicolás de Ribera ‘el Viejo’, el primer alcalde de Lima y estrecho colaborador de Pizarro. La Capilla es la de San Juan Evangelista.

¿Cómo visitarla?

Si están de paso por Lima, con total certeza querrán dejarse caer por este bello lugar. Su ubicación es inmejorable: pleno Centro Histórico de Lima, en el extremo oriental de la Plaza Mayor.

Los horarios de visita son amplios, similares a los de cualquier otro recinto histórico. Eso sí, no se les ocurra ir en algún domingo o feriado oficial del Perú. La Catedral cierra en esas ocasiones, así como en fechas litúrgicas.

Por lo demás, está abierta al público de 9 de la mañana a 5 de la tarde, de lunes a viernes. Los sábados abre más tarde (10:00) y cierra más pronto (13:00), pues a nadie le gusta trabajar demasiado en fin de semana. Si quieren acudir a una misa, es recomendable hacerlo el sábado a las 9 de la mañana o el domingo a las 11.

La Catedral está repleta de detalles, así que pueden contratar una visita guiada; el tiempo estimado es de 15-20 minutos. En líneas generales, una visita para contemplar con detenimiento estas maravillas puede durar unos 45 minutos.

El coste de la entrada es de 10 soles, existiendo descuentos para escolares. Estando bastante segura de que no se conformaran solo con la Catedral, les indico que existen boletos conjuntos para ver el Palacio Arzobispal por 30 soles. De este modo, nadie tendrá excusa para cautivarse con la belleza de estos lugares. ¡A disfrutar!