El complejo arqueológico de Rúpac

El complejo arqueológico de Rúpac

Después de viajar al Perú, la curiosidad de la gente es unánime: “¿fuiste a Machu Picchu?”, “¿qué te pareció?” En efecto, la ciudadela inca es la principal atracción turística del país andino; su estrella más internacional, tal vez igualando con su deliciosa gastronomía.

No obstante, la descomunal belleza de esta nación sudamericana no queda agotada ahí. Si alguien tiene la oportunidad de explorarla con más calma, acá tiene una sugerencia sobre qué visitar en Perú: la llamada ‘Ciudad del Fuego’, esto es, el complejo arqueológico de Rúpac.

El Machu Picchu limeño

Popularmente conocido como “el Machu Picchu limeño”, Rúpac se encuentra situado en la cima de un pico, a más de 3.400 msnm. Lo separan 145 kilómetros de la capital y pertenece a la provincia de Huaral. El acceso es a lo largo una subida constante, la cual permite ir envolviéndose en la majestuosidad del montañoso paisaje peruano.

La Florida es el punto de partida. Se trata de un diminuto pueblo en donde viene a desembocar el último tramo de ruta carreteable. Los últimos 15 kilómetros de camino en trocha son suficientes, así que los autobuses deciden no seguir su recorrido más allá. En ese momento, toca comenzar a caminar hacia Las Pampas, un pueblito abandonado que hace de última estación hacia la meta.

Las casi dos horas que esperan a pie hasta llegar al ‘pueblo fantasma’ son solo el entrante: toca ascender durante 3 o 4 horas más. ¿Se hace duro? Algo. Pero mucho menos de lo que parece. Seguramente el regalo para la vista que es el paisaje sirva de combustible para las piernas.

No estoy exagerando. Las incontables tonalidades de color verde, el sublime deslizamiento del agua en la catarata de Huarin y la reconfortante pureza del aire respirado, anestesian cualquier dolor y socavan la sensación de cansancio.

Si esto no fuera suficiente, llegar al complejo arqueológico confirma que mereció la pena el esfuerzo. Un conjunto arquitectónico con edificaciones en piedra, que se asemeja a una atalaya perdida entre las nubes. La muralla de circunvalación da acceso mediante ocho puertas a la ciudadela. Llama poderosamente la atención el espléndido estado de conservación de los edificios, en especial el sector de Marca Kullpi. No parece, ni mucho menos, que fuese levantado alrededor del año 1.200 d.C.

Hay edificaciones que ascienden hasta los 10 metros de altura. Alguien nos confirma que fueron probablemente utilizadas en rituales de culto a los ancestros. A pesar de su encomiable resistencia al paso del tiempo, los estudios arqueológicos todavía no han despejado muchas de las incógnitas que rodean a Rúpac. Se sabe que perteneció a los Atavillos, una cultura preincaica que floreció a orillas del río Chancay, entre los siglos X y XV. Eso es todo.

Hay quien decide regresar por donde vino tras la visita. No lo recomendamos. La zona que rodea Rúpac cuenta con un armonioso espacio para la acampada. Las personas más aventureras que decidan pasar la noche allá se verán recompensadas con el espectáculo matutino: un manto de nubes bajo sus pies, que nos da la sensación de flotar en el aire.

El siguiente obsequio lo regala la brisa que retirará esas nubes: una imponente vista de todo el valle, que conmueve incluso a los corazones más gélidos. Para culminar, no sería raro recibir la deseada visita de uno o varios cóndores. Impagable.

¿Cómo llego y qué me encuentro?

Si se encuentra en Lima, deberá viajar hacia el norte con dirección a Huaral, la ciudad principal de la provincia homónima. Si está disfrutando de la bahía huachana, Huaral se encuentra en dirección sur. Hay líneas de buses que cubren ambas rutas y tardan entre 1 y 2 horas.

Una vez allá, toca buscar un colectivo que les arrime hasta La Florida por unos 25 soles. ¡Atención! Es recomendable arreglar con el conductor el viaje de regreso, ya que no serían las primeras personas que terminan varados en La Florida por no haber hecho esto.

Como se mencionó anteriormente, el camino entre La Florida y Las Pampas se debe hace a pie. O en burro, pero deben reservar con el propietario con antelación. No se preocupen por perderse, la ruta está perfectamente señalizada. Una vez en Las Pampas, verán que el ‘pueblo fantasma’ ya no lo es tanto; algunas de sus pintorescas casas son utilizadas para albergar negocios relacionados con el turismo. Allá podrán comer, comprar víveres, agua e incluso algún souvenir a la vuelta.  

Mi experiencia me permite aconsejarles que madruguen; la caminata desde La Florida debe empezar hasta de las 10 de la mañana. ¿Por qué? Primero, por el asfixiante calor del mediodía, que puedo dificultar enormemente el ascenso.

Por otro lado, quienes sigan la sugerencia de acampar en la cima, deberán llegar con luz suficiente para montar su carpa o tienda de campaña. Para el trekking, está indicado contar con protector solar, lentes, gorra y, de ser posible, bastones que faciliten la subida.

Por supuesto, cuenten con llevar abundantes reservas de agua: no hay fuentes de agua potable a partir de La Florida. Por último, no se confíen de la ubicación tropical del Perú: a 3.200 msnm hace frío. ¿Parece obvio? Les sorprendería la cantidad de gente que pasa la noche tiritando, en shorts y manga corta. La ropa de abrigo hará que la noche en las alturas sea más agradable aún.